Artículo de la concejala, Begoña Fernández, publicado hoy en El Comercio con motivo del Día Internacional de la Mujer
El 8M paramos las mujeres y los hombres que consideramos necesaria y justa la lucha feminista por alcanzar una igualdad real entre mujeres y hombres. Con esta iniciativa, el movimiento feminista, los sindicatos mayoritarios y los partidos políticos de carácter progresista están intentando dar contenido a la política de igualdad que, desde que gobierna el PP, es una hoja en blanco.
Y es que de nada sirven los gestos, ni las declaraciones públicas, ni tener mujeres en los gobiernos, si no se desarrollan políticas públicas que favorezcan la transformación social. Desde que el Partido Popular gobierna en España la implementación de las políticas que se establecen en la Ley de Igualdad y la Ley contra la Violencia de Género ha sido paralizada.
Incluso ahora, que la minoría parlamentaria del PP obliga al ejecutivo a adoptar algunas medidas, como el Pacto contra la Violencia de Género, la noticia es, precisamente, la falta de aplicación de lo pactado.
Los enormes recortes presupuestarios realizados en la aplicación de la ley de la dependencia y en las políticas activas de empleo han sacrificado especialmente a las mujeres, que soportan mayores niveles de desempleo y más responsabilidades familiares.
El PP desde el gobierno de España gestiona la aplicación del sacrificio, nada más. Saben que no es preciso derogar leyes, como la de igualdad, que no apoyaron durante su tramitación. No aplicándolas se mueren solas.
Desde que el 1 de enero de 2014 las movilizaciones del Tren de la Libertad, tan vinculadas a Asturias y a Gijón, consiguieron frenar la Ley Gallardón, el movimiento feminista es más consciente de su capacidad de movilización. Por eso, los representantes del partido en el gobierno no deberían mostrarse tan sorprendidos de los paros y movilizaciones que están organizadas con motivo del 8 de marzo, en un contexto de reivindicaciones feministas en todo el mundo.
Las mujeres no nos conformamos con la precariedad de nuestros empleos, con la insuficiencia de los recursos públicos para la educación infantil o la atención a las personas con discapacidad. No nos resignamos ante la violencia de género. No aceptamos que la prostitución sea un trabajo. No nos vemos suficientemente representadas donde se toman decisiones. No consideramos razonable que se nos pidan más esfuerzos para ser tratadas con igualdad. Y no entendemos, que ya bien iniciado el siglo XXI, un gobierno pueda creer que se puede gobernar ignorando la realidad que vivimos las mujeres.
Este 8 de marzo, la realidad de las mujeres se lanza a la calle, para que quienes sólo hacen gestos sepan que, esta vez, no va a ser posible.