Artículo de Iván Fernández Ardura, secretario general del PSOE de Gijón, publicado en El Comercio
Gijón ha tenido la suerte de disfrutar de uno de los mitos del deporte español y una de las personas que mejor ha representado los valores deportivos de nuestra ciudad. Se decía que lo bueno o malo que tenía Quini era que no se creía que era Quini, incluso que los gijoneses y gijonesas no valoraban suficientemente lo que significaba Enrique Castro. Creo que no. Todos los que disfrutamos de este deportista ejemplar sabíamos lo que representaba, y valorábamos enormemente su cercanía, su amor por la ciudad, su respeto por la competición, su pasión por unos colores que defendió como jugador y como directivo. Valorábamos a Quini más como persona que como deportista, quizás porque no se podía separar una cosa de la otra. Querido por todos, por sportinguistas y rivales, admirado por su fútbol y por su forma de ser, valorado por la bondad de su persona, se nos ha ido uno de los referentes del mundo del fútbol, y sobre todo un ícono de los valores del deporte.
Enrique Castro, Quini, ha sido el jugador más mediático del fútbol asturiano. No quizás por su fútbol, que también, estamos hablando de un jugador al que tan solo superó un campeón del mundo, Villa, sino por su vida. Una vida llena de leyenda, como era él. Jugador iconoclasta de Gijón, de su gente abierta, campechana, cercan. Gente de mil culturas que llega a través de la historia por su relación con el mar. Gente que mira de frente, sin tapujos, sin dobleces, compartiendo el mismo vaso, reflejando la confraternización de los asturianos.
Se ha ido un mito, se ha ido el espíritu del Sporting de Gijón, se ha ido el mejor jugador asturiano de todos los tiempos. Su legado no debe quedar relegado a sus éxitos deportivos, tenemos que honrar su memoria imitando esa forma de ser abierta, afable, tolerante, cercana. Hace poco la iniciativa que se apoyó desde este partido, poner el nombre de la puerta uno de El Molinón a Jesús Castro, tuvo la misma finalidad; reflejar valores, formas de afrontar la vida, alejada de cualquier tipo de violencia, de rencores, de absurdas banderas vacías que no dicen nada sobre el Sporting ni sobre lo que representa. Quini representaba los más enraizados valores del Sporting. Honrémosle, y hagámoslo imitando cada uno de sus gestos conciliadores alejados de la violencia, cercanos a la esencia pura del deporte. Un deporte que muchas veces se nos olvida que tan solo son once jugadores, once jugadoras, compitiendo contra otro equipo compuesto por el mismo número de personas con la misma finalidad, marcar un gol. Justo eso de lo Quini era un maestro.