- Artículo de la concejala, Lara Martínez, publicado en el diario El Comercio
Que Carmen Moriyón y su equipo han perdido el norte, literal y metafóricamente, hace ya mucho tiempo que es un hecho. Realmente dudo que en alguna ocasión hayan tenido más norte que el de utilizar una institución como el Ayuntamiento para gloria propia, pero es eso es harina de otro costal…
Lo grave para Gijón es que de la mano de los foristas ha emprendido un camino de difícil retorno cuyo culmen tendrá lugar el próximo jueves, 8 de septiembre. Ese día la pérdida metafórica del norte se hará literal.
Ese día comienzan las fiestas de Cimavilla. Las fiestas del único barrio de la ciudad que ha sido testigo de todos y cada uno de los días de sus más de 2.000 años de historia. De Noega a Gijón. De un barrio cuya personalidad propia es innegable, cuyas calles atesoran historias de pescadores y cigarreras, de artistas y artesanos, de comerciantes y hosteleros, de playos… Un barrio que representa la esencia más auténtica de la ciudad. Un barrio que reivindica hace ya tiempo una especial protección de su identidad que le aleje de los procesos de gentrificación que tanto daño están haciendo, procesos que “revitalizan” barrios tradicionales convirtiéndolos en zonas de moda y desplazando de sus calles a sus propios habitantes, incapaces de asumir el incremento del nivel de vida de la zona. Procesos que transforman espacios de vida e historia en elementos de especulación.
Ese día, ese 8 de septiembre, el gobierno municipal de Foro añade una muesca más a su propio tambor de incumplimientos y bajo el manto protector de Divertia promociona el evento Gijón Central Park, que tendrá lugar en el más que discutible adecuado entorno del Parque Isabel la Católica. Incumple con los hosteleros, aquellos a los que había prometido sumar a su actividad y no restar, desestacionalizar, promover actividades que no intercedieran en los negocios de aquellos que durante todo el año trabajan con el mismo ahínco. Incumple con Cimavilla, contraprogramando en la semana más especial del año para el barrio.
Incumplimiento tras incumplimiento, ocurrencia tras ocurrencia, este gobierno municipal está convirtiendo a Gijón en el exponente máximo de la transformación de una villa con personalidad propia y carácter en una ciudad más, tendente a la mediocridad, gris, similar a tantas otras que deben subirse al carro de la globalización porque carecen de identidad propia. Que nadie se equivoque. Gijón no es eso. A Gijón lo están convirtiendo en eso.
Así pues, ese día, ese 8 de septiembre, el equipo de la señora Moriyón ha decidido que el gijonés de a pie elija entre vivir la ciudad en su esencia, en su autenticidad, en el disfrute de sus tradiciones mantenidas con esfuerzo hasta nuestros días o disfrutar de un evento más, de aquellos que pueden disfrutarse en cualquier momento o lugar. No se lleven a engaño, el disfrute de ambos por igual no es imposible, solamente la incompetencia de quien desgobierna esta ciudad lo ha hecho así. Gijón es Cimavilla, no Nueva York.