Artículo del concejal del PSOE, César González, publicado en El Comercio, sobre las consecuencias que está teniendo para entidades y asociaciones de Gijón, la mala gestión de FORO
Nadie contesta. Línea cortada. Esa es la sensación que tienen las organizaciones sociales, culturales o deportivas de la ciudad con las que nos reunimos el pasado jueves para abordar la problemática relativa la tramitación de los convenios y subvenciones en el Ayuntamiento de Gijón. Unas organizaciones asfixiadas que están acostumbradas a relacionarse con la Administración y que saben que en esa relación pueden surgir problemas, pero que no entienden que en la otra parte no haya nadie dispuesto a dar respuesta a esos problemas.
No solo es un una cuestión de inexplicables retrasos y de celo en la fiscalización. Falta interlocución. Lo que debería ser un diálogo fluido entre gobierno municipal y sociedad civil organizada va camino de convertirse en un monólogo con muy poca gracia, donde una parte habla pero no explica, dice pero no escucha.
¿Cómo puede ser que los convenios con las organizaciones de la ciudad se firmen en muchos casos a final de año? ¿Por qué pasan meses y meses hasta que llega el dinero a las entidades? ¿Qué motivo hay para utilizar distintos criterios en la tramitación y justificación de convenios? ¿Cuál es la razón que hace que la justificación de subvenciones se ha convertido en una auténtica carrera de obstáculos? La respuesta del gobierno de Foro unas ves es “no sabe” y otras “no contesta”.
Pero la pregunta más importante es: ¿valora realmente el gobierno de Foro el trabajo del tejido asociativo de la ciudad? No voy a esperar la respuesta, pero los casquistas no deberían olvidar el gran valor que tiene la red de asociaciones, fundaciones y otras entidades que cubren los medios escasos con gran ilusión, que están absolutamente comprometidas en la mejora de ciudad y que llegan allí donde el Ayuntamiento de Gijón no llega.
Tampoco deberían olvidar que detrás de esas organizaciones hay personas, muchas personas. Voluntarios y voluntarias que restan tiempo a amigos y familia para entregárselo a otras personas, colaboradores que prestan su apoyo económico a diversos proyectos y actividades y grandes profesionales que desarrollan un trabajo que rara vez está lo suficientemente remunerado. Gente corriente y moliente para la que su mayor premio es mejorar la ciudad en la que viven.
Inexplicablemente en Gijón esta labor en lugar de ser reconocida acaba siendo perseguida. Suena fuerte pero lamentablemente es así. Una persecución que se resume en el siguiente testimonio: “te preguntan por las facturas, por los justificantes de pago y por papeles y más papeles, pero nunca por las personas que atendemos”.
Seríaa deseable que el gobierno municipal reaccionara ante una situación que se ha convertido en insostenible. Que abandone la desidia, que dé la cara y que dialogue en un contexto de colaboración mutua con el tejido asociativo. De lo contrario, quienes están al frente de las entidades imitarán al genial Gila diciendo: ¿Hablo con el enemigo? Y lo que es peor, después de no encontrar respuesta, finalizarán su monólogo así: Aquí alguien ha matado a alguien…