Artículo de la concejala del PSOE, Lara Martínez, publicado hoy en El Comercio
Pocas responsabilidades habrá tan vocacionales como aquellas que tienen que ver con la gestión de la cultura. Pocas responsabilidades habrá donde la trayectoria más valiosa de quien las ostenta deriva de su “ser” y no de su “hacer”. Donde es imposible ponerse al día en los conocimientos porque lo más valioso son las experiencias, donde de nada vale el ejercer si detrás no hay un creer, donde de nada sirve gestionar si en el ánimo no está cooperar. Para casi todo en esta vida puede uno actualizarse, excepto para sentir.
Y Gijón necesita sentimiento, pulso, empuje, actualización, altura de miras y aspiraciones. Gijón debe responder a los retos inmediatos y a los de futuro, a las cuestiones locales y a las globales, estar a la altura de problemas resolubles y plantear dilemas complejos. Sólo en la tensión de la dificultad se encuentra el camino hacia la mejora. Conformarse no es una opción. Mantenerse tampoco. Sólo en el diccionario de la mediocridad aparecen estos términos.
Y Gijón lleva años conformándose. Cuando quien gobierna aspira solo a mantener el statu quo, condena a Gijónal más irremediable de los atrasos. Vivimos una época en la que el riesgo de caer en un estilo franquiciado de ciudad es más que elevado. Esos principios rigen la planificación actual de muchas ciudades y las abocan a convertirlas en ficciones físicas y no en construcciones sociales. Es decir, cuando la Sra. López Moro, concejala de Cultura de la ciudad, a final de este mandato exhiba como su mayor logro la rehabilitación de dos edificios de usos culturales del centro de la ciudad, demostrarásus limitados conocimientos en la materia y la escasa ambición que ha caracterizado su mandato. Una ciudad como la nuestra no puede ser concebida como un tablero en el que rellenar casillas con contenedores culturales carentes de usos definidos y ajenos a la realidad social en la que se enmarcan.
Quiero para mi ciudad un futuro en el que se tengan en cuenta nuevas perspectivas culturales, en el que tengan espacio nuevas formas de gestionar cultura, diferentes modos de entender el ejercicio de la ciudadanía, en el que la energía educadora y las creatividades sociales generen espacios de intercambio intelectual inesperados y en el que la ciudad no sea sólo un espacio físico sino una realidad social. Y todo ello pasa por decisiones mucho más terrenales, por el trabajo y la asunción de responsabilidades convencidas y convincentes. Por repensar el modelo actual de la Fundación Municipal de Cultura, por redefinir la función social de la Universidad Popular, por afrontar una programación en el Teatro Jovellanos en la que la creación de públicos recupere su protagonismo, por repensar el modelo de gestión cultural y turística de la ciudad, por afrontar el futuro de los museos de la ciudad con políticas del siglo XXI, por entender que las bibliotecas ya no son espacios de culto, sino lugares para una ciudadanía informada y global, por buscar soluciones a problemas acuciantes como la brecha digital o el acceso a la cultura… Mientras quienes llevan las riendas de la cultura institucional en esta ciudad no entiendan que estos son algunos de los desafíos más importantes en el corto plazo estaremos perdiendo el tiempo.
En el pleno del pasado miércoles, la concejala de Cultura de esta ciudad tuvo una excelente oportunidad de poner sobre la mesa cuáles son las directrices que rigen la política cultural de Foro para Gijón. No supo. Cuando la responsable de los asuntos culturales de la ciudad no es capaz de mantener un debate serio sobre las cuestiones más importantes en esta materia es que algo grave está pasando.