Artículo de la concejala Marina Pineda publicado hoy en El Comercio
A Carmen Moriyón se le ha acabado el “tira que libras” en el que ella y su equipo llevan casi siete años instalados. En julio de 2017 saltaron las alarmas. La AIREF, el organismo encargado de supervisar las cuentas públicas, alertaba de que Gijón incumpliría la regla de gasto.
Una regla impuesta por las leyes de estabilidad del PPy aprobada con el apoyo de FORO, que pretende controlar la gestión económica de las administraciones y castiga a los ayuntamientos que gastan más de lo presupuestado, pero también a los que no son capaces de ejecutar los programas planificados al inicio de cada año.
Ese es el caso de Gijón. Año tras año los presupuestos municipales reflejaban las grandes promesas de Carmen Moriyón y cada año hemos visto cómo sus compromisos se quedaban en papel mojado: los accesos a Nuevo Roces, la rehabilitación de barrios como Portuarios, las reformas en la avenida de Manuel Llaneza o la calle Río de Oro o la ampliación del Parque Tecnológico, son solo algunos ejemplos. Más de 150 millones que se quedaron en el cajón en los tres últimos años.
El límite de lo que un ayuntamiento puede gastar un año se calcula en función de lo efectivamente ejecutado el año anterior. Por eso, la incapacidad del gobierno de Foro para llevar a cabo las actuaciones comprometidas ha ido restando recursos económicos a la ciudad, mermando el límite del presupuesto hasta llegar a la situación actual, de incumplimiento de la regla de gasto.
Una regla que el PSOE no comparte pero que, nos guste o no, debe cumplirse. La consecuencia de este incumplimiento es la obligación de aprobar un plan económico financiero. Hablando claro, de recortar gastos o incrementar ingresos para equilibrar las cuentas.
La Alcaldesa conocía esta situación desde hace meses. Pero decidió no hacer nada, en su habitual política de esconder la cabeza ante los problemas. Ocultó las advertencias a los grupos municipales de la oposición y, cuando se hicieron públicas en noviembre, su concejala de hacienda negó que hubiera ningún problema, siguió proclamando que al finalizar el año todo estaría bien.
Y parece que piensa seguir así. No ha presentado un proyecto de presupuesto para 2018 y, a pesar de que el incumplimiento del límite de gasto la obliga a “poner el contador a cero”, presentando un plan económico global, pretende seguir comprometiendo gastos para los próximos años sin saber si será posible abordarlos.
El descontrol económico del gobierno municipal debe acabarse. La Alcaldesa debe ponerse las pilas, presentar cuanto antes sus previsiones económicas para los próximos años y, en definitiva, empezar a gobernar la ciudad.