Artículo de Opinión publicado en El Comercio el 03/11/2019
Marina Pidena, concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Gijón
Hablan los expertos en gestión del tiempo de la necesidad de distinguir entre lo importante y lo urgente para priorizar lo que es, al mismo tiempo, urgente e importante.
Un principio aplicable también a la gestión pública y, desde luego, a la elaboración de un presupuesto.
Las necesidades son muchas y los recursos escasos. Planificar, identificar lo más importante sin olvidar lo urgente se convierte en un elemento imprescindible. Con la dificultad añadida de respetar una normativa de estabilidad presupuestaria que impone múltiples limitaciones a la hora de priorizar el gasto público.
Tras ocho años de inejecución presupuestaria que cercenaron el crecimiento, dos años de prórroga presupuestaria y un plan económico financiero impuesto por el gobierno de Foro que recortó en casi tres millones de euros las políticas sociales y redujo la previsión de inversiones a 14 millones de euros anuales, reequilibrar el presupuesto no será tarea fácil.
La atención a las personas, el cuidado de la ciudad, las políticas ambientales y la actividad económica han sido las prioridades que nos han guiado en el diseño de las cuentas municipales para 2020.
El reflejo, un crecimiento del 12% en el presupuesto de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, un 10% más en los programas de mantenimiento rural y urbano, casi tres millones de euros más en las políticas relacionadas con el cuidado ambiental o un 73% de incremento en las ayudas a rehabilitación de fachadas y regeneración de barrios degradados.
Resulta tentador, sobre todo en época electoral, presentar un presupuesto con grandes actuaciones propagandísticas que después se quedan en los cajones o se eternizan en su ejecución. Las grandes instalaciones deportivas anunciadas durante los últimos años, el inexistente crecimiento del Parque Científico y Tecnológico o la rehabilitación de barrios son buenos ejemplos de ello.
Hemos preferido presentar unas cuentas realistas, que recuperen el ritmo inversor teniendo en cuenta las necesidades más urgentes expresadas por los vecinos y vecinas de la ciudad.Atendiendo en primer lugar a lo importante y urgente: el mantenimiento de nuestras calles, la mejora de parques y jardines en un evidente estado de abandono, las reparaciones inaplazables en centros integrados, instalaciones deportivas y asociaciones vecinales o la renovación de la flota de autobuses municipales. Y todo ello reflejando las actuaciones según las posibilidades de ejecución durante el año, porque programar lo imposible es hacernos trampas en el solitario y se convierte en un engaño a la ciudadanía. Como lo es querer comparar este presupuesto con el “borrador” elaborado por Foro para 2019, que ni siquiera se aprobó por el propio gobierno que lo presentaba.
Y no olvidemos que la planificación anual de las actuaciones a desarrollar no se agota con las reflejadas en el presupuesto presentado. A ellas se añadirán otras como las partidas destinadas a obras inejecutadas en los últimos años a pesar de contar con presupuesto o las aportaciones autonómicas destinadas a políticas de empleo, para las que se han presentado proyectos por cinco millones de euros.
Es comprensible que a algunos grupos de la oposición no les gusten nuestras cuentas, está claro que nuestras prioridades no son las suyas.
El próximo martes la Junta de Gobierno aprobará el proyecto presupuestario, abriendo su tramitación con el objetivo de que el 4 de diciembre, tras dos años sin debate presupuestario, el pleno apruebe las cuentas para 2020. La negociación está abierta y la abordamos desde la responsabilidad de saber que la ciudad no puede permitirse otro año más de prórroga presupuestaria. Esperamos que el resto de los grupos municipales afronte este proceso con la misma idea.