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Sin alarmismo, con precaución

  • Artículo de opinión de la alcaldesa de Gijón/Xixón, publicado hoy en El Comercio de Gijón y en La Nueva España el 13 de marzo de 2020

Siempre he defendido que Gijón debe ser una ciudad que cuide de sus habitantes, que los proteja en la medida de sus posibilidades y genere un marco de convivencia en el que todas y todos nos sintamos reconocidos e integrados. Un espacio que se construya gracias a la suma de todas las personas que formamos parte de él, y que con nuestra tarea diaria le damos forma y sentido. En estos días en los que vivimos una situación con la que no contábamos hace apenas unos meses, y que resulta extraña e incierta en tanto que no se parece a nada que hayamos conocido, es aún más importante reforzar esa convicción. Por eso desde el Ayuntamiento hemos tomado una serie de medidas destinadas a mitigar el alcance de los contagios causados por la pandemia del COVID-19. No estamos en una situación alarmante, pero sí debemos prevenirnos y tomar conciencia ante los riesgos que un fenómeno de estas características trae consigo. Si bien es cierto que podíamos haber flexibilizado un poco determinadas decisiones, tras pensarlo mucho llegamos a la conclusión de que era preferible actuar con contundencia y, en cierto modo, trascender las recomendaciones realizadas desde los Gobiernos central y autonómico con el fin de rebajar la velocidad a la que se están produciendo los contagios. También sabemos que tendremos que adoptar nuevas medidas según vaya evolucionando la situación.

Hablamos de un virus que no es especialmente nocivo, pero para el que no tenemos toda la preparación que debiéramos. No disponemos de vacuna, y al tratarse de un nuevo agente vírico tampoco disponemos de una memoria genética que nos provea de unos mínimos mecanismos inmunitarios. Por eso, existen sectores de la población –las personas de más edad, principalmente, pero también aquellas que padecen problemas respiratorios, o las inmuno-depresivas, o las mujeres embarazadas- a las que la transmisión podría afectar muy seriamente, y es a esos grupos a los que tenemos que proteger. Cuando digo “tenemos” no me refiero únicamente a la administración pública, sino al conjunto de la ciudadanía. Tenemos que concienciarnos de la necesidad de establecer un protocolo de cuidados que evite las concentraciones de personas, que respete al máximo unas normas básicas de higiene (lavarse las manos con frecuencia, ventilar los espacios donde vivimos o trabajamos, usar un pañuelo desechable para toser o estornudar, o en su defecto cubrir la boca con el interior del codo y no con la mano), que guarde todas las precauciones que sean necesarias para que no nos contagiemos y, de ese modo, no podamos contagiar a otras personas. Ésa es la cuestión más importante: a la mayoría de las personas que contraigan el coronavirus no les ocurrirá nada, pero ellas involuntariamente pueden transmitir el virus a otras personas para las que sí puede suponer un gran problema. Los contagios no desaparecerán por arte de magia, y durante unos cuantos meses tendremos que aprender a convivir con ellos, pero debemos hacer que se produzcan de forma escalonada, pausarlos todo lo que podamos, para que las personas que requieran atenciones exhaustivas no se encuentren colapsado el sistema sanitario y puedan ser atendidas con el detenimiento y los medios que merecen. Tenemos la suerte de contar –en España, en Asturias y en Gijón- con una estructura de salud pública de gran calidad, cuyos profesionales llevan varias semanas dando muestras de su excelencia y su compromiso, pero no podemos dejarlos solos en esta batalla. Tenemos que ayudarlos entre todos y todas para que su labor sea aún más efectiva. Tenemos que cuidarnos para no enfermar nosotros y, sobre todo, para no poner en riesgo a quienes nos rodean.

Como he dicho al principio, no vivimos una situación alarmante. El número de contagios en Asturias no es excesivamente alto y podemos decir que nos encontramos en un momento en el que está en nuestra mano hacer frente al virus con ciertas garantías de éxito. Por eso desde el Ayuntamiento hemos querido poner en marcha todos los mecanismos de prevención a nuestro alcance y restringir por nuestra parte toda actividad susceptible de convocar esas concentraciones de personas que ahora mismo debemos evitar. La administración municipal debe ser la primera en velar por la salud y el bienestar de la ciudadanía, pero su implicación no puede ser la única. Superar esta crisis va a requerir del compromiso de todos y todas, tanto en la esfera pública como en nuestros ámbitos privados. No tenemos que alarmarnos, pero sí prevenirnos. Debemos comprometernos con nuestra propia protección y con la protección de las personas que nos rodean. Debemos cuidarnos y cuidar, en suma, y ser conscientes de que todos y todas constituimos una sociedad en la que la empatía, la comprensión y el esfuerzo constituyen herramientas indispensables para seguir adelante. Cuando lo hayamos conseguido, porque estoy segura de que conseguiremos superar esta epidemia, lo haremos con la satisfacción de habernos descubierto capaces de sobreponernos a las dificultades. Y seremos, en consecuencia, una sociedad más libre y más fuerte.