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Charangas: La cultura popular

Artículo de opinión de Paula Vicente, secretaria de Cultura y Deporte de la Agrupación Municipal Socialista de Gijón/Xixón, publicado el 25 de octubre en El Comercio.

Cada año, la cola de entradas para las actuaciones de las charangas en el Jovellanos es noticia. Gente que se lleva su silla de playa y acampa ante el teatro, no para ver a Taylor Swift o a Bad Bunny, sino para ver las actuaciones de gijoneses y gijonesas de a pie que, en un par de días, culminan un trabajo de meses.

En una charanga se juntan generaciones y sensibilidades muy distintas. Se trabaja la creatividad desde la música, el diseño de vestuario, la coreografía… y también el sentido crítico. Porque, desde lo festivo, las charangas ejercen una ciudadanía que evalúa todo lo que ocurre en Gijón, en Asturias, en España y en el mundo. Con el humor del Carnaval, pero con el ojo analítico que nos hace reflexionar.

No encuentro mejor ejemplo de cultura popular. Por ello, me preocupa que este tipo de cultura esté siendo ninguneada por el gobierno de Foro y PP. Me preocupa, pero no me extraña.

Hay quienes piensan que el ocio y la cultura de una ciudad como Gijón puede gestionarse desde la equidistancia política, sobre todo teniendo un entramado cultural tan sólido como el que fue construido por Tini Areces y Paz Fernández-Felgueroso. Pero cada vez está más claro que la ideología implica una forma de conducir esta gestión. Las charangas, una expresión popular crítica y cultural, no interesan a quienes no están cómodos con el juicio de la ciudadanía humilde. No interesan las charangas, así como no interesan las fiestas vecinales, ni las actuaciones musicales en directo…

Es una forma de actuar que claramente es ideológica. Es un patrón que se sigue y que intenta que las iniciativas ciudadanas y de cultura callejera mueran de inanición. Estoy segura de que hay soluciones para combinar los ensayos, los festejos, la música en directo, con el respeto por el descanso y el asueto de la gente. Lo que no hay es voluntad, porque un gijonés que frecuenta su asociación vecinal o va a ver a un grupo de música local en su barrio no es un mero espectador; una gijonesa que se divierte en una fiesta de prao o va a ver las charangas no es una simple consumidora. No consintamos que nos conviertan en turistas de nuestra propia ciudad.