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La educación, el arma más potente contra la desigualdad

  • Artículo del secretario de Educación de la Agrupación Socialista de Gijón, Alberto Ferrao, publicado en El Comercio

La violencia de género es una lacra en nuestra sociedad. Datos y estadísticas que no son números, son vidas y sufrimiento. Datos que son el más trágico resultado de la desigualdad existente entre hombres y mujeres. Datos que deben ser revertidos legislando pero sobre todo educando hacia la igualdad efectiva y real en nuestro país.

Pablo Casado opinaba sobre la ideología de género como un colectivismo social que el centroderecha tiene que combatir. Hoy, habla de violencia doméstica y denuncias falsas (0,078% desde 2009) doblegándose a VOX y su discurso que dice que la legislación en violencia de género discrimina a los hombres. Diatriba que pretende desacreditar las medidas puestas a disposición de las mujeres víctimas de violencia de género y que han salvado vidas. Ante estas políticas siempre estará enfrente el PSOE como partido que considera la igualdad de género un principio fundamental en su proyecto de sociedad. Los pasos dados hacia ese objetivo irrenunciable son constantes. La importante aprobación en 2004 de la primera Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, estableciendo un marco legal para la prevención, protección, persecución y castigo contra las parejas o exparejas, o desbloquear en 2018 el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aportando a los PGE doscientos millones para actuaciones de proximidad en CCAA y municipios, son ejemplos en materia de políticas de igualdad.

Políticas en donde la educación, como herramienta fundamental para poder cambiar la sociedad, tiene una importancia clave en la eliminación de este problema estructural del país. La educación es un camino lento, sin atajos, pero es la única vía posible para generar una sociedad igualitaria y terminar con los asesinatos por violencia de género en España. Es imprescindible educar desde las primeras edades, eliminando estereotipos, generando modelos sin sesgo de género, usando los espacios de manera coeducativa. Se debe formar a los jóvenes, convirtiéndoles en agentes activos de la lucha contra la violencia, dándoles información para conocerla, para saber dónde están y cuáles son las primeras señales del maltrato, evitando un papel pasivo, denunciando o siendo apoyo de quien sufre las agresiones, y creyendo en la igualdad efectiva y real entre géneros como objetivo irrenunciable. Y se debe educar a la sociedad a través del aprendizaje permanente, mecanismo de desarrollo personal durante la vida, fomentando el conocimiento encaminado a la igualdad y a la eliminación de la violencia de género en nuestro país.