Artículo de Opinión de Rodrigo Sánchez, Concejal del Grupo Municipal Socialista publicado el 24 de agosto en El Comercio de Gijón.
Como concejal del Ayuntamiento llevo poco, pero de vecino de Gijón y «aprendiz de playu», como diría y/o escribiría mi buen amigo Monchi Álvarez, llevo bastante más. Escribo con cierto asombro tras comprobar la vertiginosa rapidez evaluadora y de razonamiento de algunos miembros del gobierno local y representantes hosteleros para tildar de «éxito rotundo», sin mayores reparos, el último Paseo Gastro que se ha celebrado en las distintas ubicaciones de la ciudad.
Este formato de iniciativa hostelera, que ahora se disfraza de ocio familiar, generó mucha polémica política y civil desde su concepción. ¿Responde al modelo de turismo sostenible, sostenido, de calidad, descentralizado y desestacionalizado del que tanto se presume des los atriles? Se responde por sí solo.
Es un ejemplo más de la manera de entender la gobernanza de este Ayuntamiento que envuelve con buenas palabras acciones encaminadas a la privatización del suelo público para el negocio privado y que deja totalmente fuera de la ecuación, de manera sistemática, a las vecinas y vecinos de Gijón.
¿Acaso no es relevante nuestra calidad de vida no solo para el estudio previo de impacto que debería acompañar a cualquier proyecto, sino también para una valoración real y exhaustiva a posteriori? ¿Acaso carecen de importancia las reiteradas protestas de las asociaciones vecinales, la entrega de más de 1.500 firmas en un barrio de apenas 2.000 habitantes y las movilizaciones que evidenciaron, sin lugar a duda, la postura mayoritaria de quienes padecen directamente estas ocurrencias? ¿Acaso no debería preocuparnos el malestar constante que sufre el barrio de Cimavilla por ruidos, malos olores, problemas de acceso y aglomeraciones, provocados paradójicamente, por el propio Ayuntamiento cuya obligación debería ser velar por el bienestar de sus vecinos?
Andémonos con ojo, no vaya a ser que el Paseo Gastro, tras su nacimiento en la primera edición, del gateo de la actual y -siguiendo con los términos biológicos- su capacidad de ‘procreación’ debido a la capacidad para multiplicarse, termine entrando en una ‘adolescencia’ marcada por el botellón de diseño pensado para el tardeo de turistas a quienes el Ayuntamiento cede las zonas públicas más concurridas y vistosas.
Por tanto, asisto decepcionado al devenir de este desarrollo, no solo pro sufrirlo, sino por haber sido incapaz de evitar todas las molestias que se generan a mis vecinos y vecinas, aún estando en una primera línea política.
En todo este proceso epifánico de la creación del Paseo Gastro, así como sus posteriores extensiones y valoraciones, resulta muy preocupante la total ausencia de consideración de los intereses vecinales.