Artículo de Opinión de César González, secretario de Política Municipal de la Agrupación Municipal Socialista de Gijón/Xixón, publicado el 28 de abril en La Nueva España
Parece mentira que tengamos que soportar tantos ríos de tinta y tanto empeño en forzar un desacuerdo sobre algo tan evidente y sencillo como el futuro de los antiguos terrenos de Naval. Carmen Moriyón, lideresa de un partido en vías de extinción y cabeza visible de una UTE de desgobierno en Gijón, en lugar de aprovechar la oportunidad histórica de colaboración con un organismo que –ahora sí– ha venido a sumar y a hacer cosas positivas por la ciudad, se empeña en mantener una política frentista. Una actitud que recuerda tristemente a la política del perro del hortelano: ni hace, ni deja hacer. Y como dos no se pelean si uno no quiere, es de agradecer la posición del Puerto, que ha decidido no entrar en el juego de los dimes y diretes.
Tratando de poner algo de sentido común a todo esto, conviene no olvidar las declaraciones públicas del anterior presidente portuario, Laureano Lourido, cuando, refiriéndose a Moriyón, llegó a decir aquello de «te lo voy a dejar a buen precio», como si el patrimonio público fuese un elemento más de mercadeo. Se ve que mucho rigor no se aplicó entonces, porque de haberlo hecho, hoy no nos encontraríamos en esta situación.
Si repasamos la historia, lo que sí hubo fue un contrato de compraventa de una parcela –comprada y pagada, punto final–. Y aunque parece que en aquellas conversaciones entre Moriyón y Lourido también se habló del regalo de otra franja, no hay constancia documental de ello. No la hay porque el único órgano soberano para decidir sobre una cesión de terrenos es el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria –del que Moriyón, por cierto, forma parte–, y dicho órgano nunca ha autorizado tal operación. Por tanto, no hay regalo que valga.
Sea como fuere, conviene recordar que se trata de un espacio público y que el Puerto, bajo su nueva dirección, se ha comprometido a arreglar y poner a disposición de la ciudad ese paseo, asumiendo incluso los costes. Entonces, ¿dónde está el problema? Más aún, si el Puerto puede actuar sobre esa franja mucho más rápido que el propio Ayuntamiento, ¿qué sentido tiene esta obstinación de Moriyón?
La Alcaldesa debería abandonar el enredo y sentarse a cooperar lealmente con quienes quieren trabajar honestamente por Gijón. El Puerto ya ha demostrado en el pasado su capacidad de contribuir positivamente al desarrollo de la ciudad: ahí están las playas del Arbeyal y Poniente, el puerto deportivo o el Talaso como prueba evidente, bien lo sabemos en el PSOE, que fuimos artífices de aquellas colaboraciones. Todo lo demás es tratar de hacernos creer, como decía aquel anuncio, que «el pulpo es un animal de compañía» o que «el Scattergories es suyo».