Hay ciudades que vieron expoliado su patrimonio durante las décadas del desarrollismo franquista, Gijón fue una de ellas.
Al llegar la democracia, las sucesivas corporaciones locales gijonesas emprendieron la obligatoria labor de recuperación de lo que aún era posible.
Así se recuperó para la ciudad El Cerro de Santa Catalina, lo que hoy es el parque del cabo de San Lorenzo, toda la fachada marítima de Poniente, la playa del Arbeyal, etc., y edificios emblema de la ciudad como el edificio del cuartel del Coto, el de entrada a la antigua cárcel del Coto, la casa de Rosario de Acuña y, entre ellos, La Gota de Leche y lo que hoy llamamos Casa Rosada (antiguo hogar materno/infantil); estos dos proyectos de la obra del insigne pediatra D. Avelino González, fundador de la Gota de Leche y de tantos programas de atención a la infancia, apoyo a la maternidad y salud reproductiva de las mujeres gijonesas de entonces.
El proyecto de D. Avelino, se completaba con un tercer edificio pensado como albergue infantil para niños y niñas en situación de tutela u orfandad. Un proyecto novedoso pues los niños allí alojados saldrían al colegio y a relacionarse con su entorno. El citado edificio se financió en su integridad con dinero de los gijoneses, a través de la Rifa Pro-Infancia (iniciativa también de D. Avelino), que siempre contó con el apoyo de la ciudadanía.
El Ministerio de Justicia de la época decide unilateralmente, pese al apoyo de la Junta Local de Protección de Menores al proyecto, destinar el edificio a Juzgados. En la dictadura no hubo posibilidad de dar cauce alguno a la protesta y al consiguiente enfado ciudadano.
El edificio lleva cerrado varios años desde el traslado de los Juzgados a una nueva sede moderna y más accesible.
En abril del año 2022, veinte entidades gijonesas representativas de la sociedad civil, encabezadas por un escrito firmado por la nieta de D. Avelino, reclamaron al presidente del Principado su devolución al pueblo de Gijón para que el Ayuntamiento le diera uso para fines sociales.
Según se ha podido saber, el gobierno actual de Gijón rechaza el edificio. Y yo me pregunto y les pregunto, ¿tiene mayor deber un gobierno local y una corporación que defender, mantener y conservar el legado patrimonial de su ciudad?
¿Esta posición de la Alcaldía no recuerda acaso la del año 1963, con el expolio del edificio por parte de un ministerio de la dictadura?
Cuando veinte entidades gijonesas empezando por la Federaciones Vecinales Urbana y Rural, los sindicatos mayoritarios, las seis entidades culturales más activas en la ciudad, así como asociaciones de mujeres, han acompañado con sus firmas el escrito de la nieta de D. Avelino. ¿No es prescriptivo, en siglo XXI, en una buena democracia local, escuchar a las entidades que nuclean la participación activa de la ciudadanía?
Enterada de que las entidades firmantes de solicitud de reversión gratuita del edificio lo habían conseguido del Principado pero el Ayuntamiento no parece querer recibirlo, la ciudadanía que creemos en la gran importancia que tiene para una ciudad cuidar y mantener su patrimonio público tanto para uso y disfrute actual como para legado de las generaciones venideras, hemos de mostrar también nuestra preocupación y disconformidad al rechazo del edificio.
Una ciudad que no mantiene y valora su patrimonio histórico, no puede conocer su pasado, con lo que es difícil proyectar con coherencia su futuro, más allá de ocurrencias pasajeras.