Con el fin de simplificar la defensa de las teorías queer, que niegan el sexo biológico y proponen sustituirlo por la identidad de género subjetivamente sentida, se aplica la cultura de la cancelación: no discuta usted estas teorías, porque, si lo hace, incurrirá en una grave manifestación de odio hacia las nuevas identidades sexuales. No lo haga, porque esa es una actitud fascista.
A esta simplificación jugaron Sumar, Podemos y Xega esta semana, en el ayuntamiento de Gijón, utilizando frases muy gruesas contra el PSOE, el partido que más ha legislado en defensa de los derechos del colectivo LGTBI. Todo, porque el grupo socialista pidió suprimir las siglas Q+ del acrónimo LGTBI, en cumplimiento de los acuerdos alcanzados en el último congreso socialista.
Frente a la cultura de la cancelación los y las socialistas defendemos la necesidad de abrir el debate social sobre las teorías queer, que se quieren imponer sin permitir un análisis de sus consecuencias. Pero ese debate es necesario, si no queremos una legislación que confunda deseos con derechos, o que permita el retroceso de los derechos de las mujeres.
La defensa de la igualdad y dignidad de todas las personas: homosexuales, heterosexuales, transexuales, bisexuales e intersexuales está fuera de toda duda, pero la aplicación en su integridad de las teorías queer, si debe ponerse en cuestión.
El feminismo planteó la liberación sexual de las mujeres, el control de su vida reproductiva y el derecho al placer, ampliando, con ello, la libertad sexual de todos, hombres y mujeres.
Frente a esto, las teorías queer, desde una óptica profundamente individualista, plantean que la paternidad es un derecho y, por ello, defienden la regulación de los vientres de alquiler, ampliando, no las libertades, sino el derecho a comerciar con mujeres y bebés. Igualmente defienden la regulación de la prostitución, como un trabajo más, ampliando, no las libertades, sino el comercio sexual.
El desarrollo de este y otros aspectos de la agenda queer supone abandonar o relegar las políticas de igualdad de las mujeres, en virtud de un nuevo paradigma que se considera superior. Un ejemplo lo tuvimos en el ayuntamiento de Gijón: mientras los concejales de Podemos y Sumar dedicaron sus esfuerzos a criticar estos planteamientos del PSOE no dedicaron ni una línea a denunciar que, en el mismo pleno, 7 concejales del gobierno municipal, más Vox, votaron a favor de una proposición antiabortista.
Artículo de opinión de Begoña Fernández Fernández, vicesecretaria General del PSOE de Gijón/Xixón publicado en La Nueva España el 24/12/2024.