Artículo de la concejala, Lara Martínez publicado el 19 de febrero en La Nueva España de Gijón
No siempre las cosas son lo que parecen. Me atrevería a decir que casi nada es lo que parece en este Ayuntamiento. Veinte meses del segundo mandato de la señora Moriyón y su equipo y aún hay quien les otorga su confianza por su candidez y cercanía en el trato, por sus pretendidas promesas y selectiva disposición al diálogo, por su supuestamente perseguido consenso, por sus gestos y no por sus hechos. Quienes presumen de estar a la izquierda de la izquierda apuntalan a un gobierno a la derecha de la derecha en lo que es un más que evidente acto de fe. Que cosas…
Mientras tanto, la ciudad se desmorona, las estructuras municipales vagan sin rumbo y desde fuera ya sólo nos miran aquellos que en su día lo hacían con admiración para constatar la realidad penosa en la que nos sumimos, nos sumen, cada día que pasa. El último capítulo de la particular tortura “marca Foro” lo estamos viviendo con lo acaecido en el Jardín Botánico Atlántico. Una joya de la ciudad. Un museo natural, detrás de cuyo éxito no solamente estaba el trabajo callado a lo largo de los años de su equipo científico, sino el de otras muchas personas que, cada uno desde el lugar que le correspondió ocupar, contribuyó a la imagen y al reconocimiento que el Jardín tenía a nivel nacional e internacional. Y en esto llegó Foro. Y como la vida es una tómbola, y de eso ellos saben mucho, decidió que qué mejor espacio en la ciudad para llenar de luz y de color. Y de conciertos, y de food trucks, y de eventos, y de cocktails… ¿Que importan los proyectos de investigación? ¿Qué importa el trabajo científico? ¿Qué importa el reconocimiento del Jardín materializado en la consecución, en concurrencia competitiva, de proyectos europeos por importe de más de un millón de euros? En este parque, sobran.
Pero es que, como casi nada es lo que parece, quieren hacer creer que respetan el trabajo y el espacio de la Universidad en el Jardín. Eso sí, como dice la canción, “todos menos tú”. Pero sin música eso tiene dos nombres: veto y sectarismo.
Señores del gobierno, gobiernen. Cumplan con su deber, solucionen los conflictos que surjan. Y no olviden que su obligación es hacerlo de una forma ecuánime. Ustedes no están en el gobierno para impartir justicia y mucho menos para dar gusto a sus vísceras a través de sus decisiones, máxime cuando el resultado de esas decisiones lo sufrimos todos los gijoneses y gijonesas.
El conflicto del Botánico está sobre la mesa hace ya muchos meses. En el mes de mayo pasado se le intentó dar solución a través de una proposición plenaria que no salió adelante por los únicos votos en contra de Xixón Si Puede y de Foro. A quienes pretendíamos contribuir en la medida de nuestras posibilidades a la solución del problema, la coalición “transversal” nos lo impidió. Este mes, una proposición similar en la que pedíamos que se respetara la independencia de la Universidad y se nombrara a un coordinador del equipamiento, sí salió adelante. Es curioso que el argumento de Xixón Si Puede para apoyar lo que hace unos meses no apoyaron se basó en una conclusión extraída tras una disertación quasi filosófica sobre los juicios de valor. Fuimos ilustrados sobre la importancia de la imparcialidad, el respeto y el deber de evitar juzgar sin saber. Bienvenidos y bienvenidas. Más vale tarde que nunca. Pero no deja de sorprenderme esta reflexión de quien llegó a la política local y pretendió encumbrarse a costa de intentar destrozar el nombre de uno de sus adversarios políticos. El tiempo no pone a cada uno en su sitio, porque si así fuera, el Jardín Botánico no estaría en esta situación y la ciudad no estaría sufriendo a este gobierno bipartito.